jueves, 6 de enero de 2011

EMILIO RODRIGUÉ: TRAZOS DE UN POSIBLE RETRATO

Por Juan E. Fernández Romar
(Publicado originalmente en Suplemento Cultural de El País No. 567 el 15 de setiembre de 2000)


Cuando Héctor Cámpora asumió la presidencia argentina en mayo de 1973 la revista Primera Plana ilustro irónicamente su tapa con la supuesta agenda del saliente general Agustín Lanusse en la que figuraba una curiosa entrada : "Consulta con el Dr. Rodrigué". Lanusse no siguió el consejo y prefirió dejar sus conflictos sin analizar pero le quedó claro a donde lo habían mandado. Emilio Rodrigué ya era todo un emblema del saber psicoterapeútico, una suerte de chamán psicoanalítico en el reino latinoamericano de Freud, un liberal con algunas ideas de izquierda, algo contradictorio y desconcertante, pero sabio al fin.
Por entonces Rodrigué ostentaba el récord mundial de permanencia corta en el Partido Comunista : tres horas; (firmó la afiliación bajo los efectos del vino en un Kolhoz a orillas del Mar Muerto pero se retractó poco después apenas aclaró un poco sus ideas) y manifestaba un tibio entusiasmo peronista nacido mientras huía por la Plaza de Mayo bajo la metralla golpista de 1955, y que terminó justamente con Cámpora, dieciocho años después, cuando se vio en la misma situación eludiendo la balacera cruzada entre correligionarios que esperaban el retorno de Perón en Ezeiza.
Sus múltiples identidades profesionales le otorgaron un merecido respeto como intelectual todoterreno crecido en los intersticios de la academia psicoanalítica, el periodismo, y la literatura.
Como médico y psicoterapeuta de difícil clasificación parece haber estado en todas las movidas importantes de este siglo.
En Londres fue alumno directo de Melanie Klein y Donald Winnicott, y alternó con Ernst Jones, Anna Freud, James y Alix Strachey entre muchos otros. También fue un precursor de las psicoterapias de grupo trabajando junto a W. Bion, e investigador del potencial técnico de las Comunidades Terapéuticas en el Austen Riggs Center de Massachusetts, donde estudió y colaboró con Erik Erikson y David Rappaport, dos personalidades claves de la psicología norteamericana.
Junto con Enrique Pichon Riviére fue pionero del movimiento psicoanalítico rioplatense, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y un miembro destacado de la Asociación Psicoanalítica Internacional. En el apogeo de su prestigio renunció al psicoanálisis institucionalizado y formo un grupo disidente muy influyente llamado Plataforma que en 1971 cuestionó numerosas disposiciones de la APA y su postura política frente a la situación nacional. Actitud costosa en términos económicos y profesionales para un encumbrado analista que abandona el paragüas institucional y que sale a la intemperie a inventar una nueva forma de ejercer la clínica.
También renunció a la ortodoxia técnica volcándose hacia las técnicas corporales y psicodramáticas, incorporando las ideas que iban germinando, metabolizando las novedades de las escuelas de Reich, Lacan, y la Gestalt.
En 1974 acosado por la sombra de la Triple A inicia una nueva vida de trotamundos recorriendo ciudades, organizando laboratorios clínicos y talleres sociales donde lo quisieran recibir.
Viajó mucho desde Francia a la URSS, tuvo numerosas amantes y experimentó con diversas sustancias psicoactivas. Siguiendo los pasos de Gordon Wasson y Aldous Huxley peregrinó a Huautla (México) en busca de los hongos sagrados de la curandera María Sabina, y con Graça, su cuarta esposa, se bañó en el legendario río Oxún de Nigeria. Ocasión en que contrajó paludismo y terminó delirando de fiebre en un hospital y preguntando a gritos quién era el número 6 de la selección de Menotti. Tantas transformaciones personales generaron que el incurable acné de su espíritu juvenil comenzata a ser entendido por gran parte de sus colegas como una muestra de viruela.
Ejerció la docencia y la clínica tanto en España como en diversos países latinoamericanos y finalmente se radicó en Bahía donde introdujo cambios teóricos y técnicos dentro del panorama de la psicología local.
Como periodista - tanto él como Beatriz, su primera esposa - trabajaron para la BBC de Londres en la posguerra, cubriendo eventos disímiles que van desde el primer informe de von Braun sobre un posible viaje a la Luna hasta conferencias de prensa con Lawrence Oliver y Vivian Leigh. Oficio alternativo que años después, ya en su patria, lo llevó a "jugar de suplente" de Sábato y Tomás Eloy Martínez en diversos diarios y revistas argentinas, encargándose de crónicas tan variadas como una Copa Libertadores en Montevideo o la asunción de Allende en Chile.
Como escritor probó por primera vez las mieles del éxito con la novela Heroína (filmada luego por Raúl de la Torre y protagonizada por Graciela Borges) consolidando una estilo intransferible de narrar la vida.

El analista de las 100.000 horas en el Paraninfo

Con el pequeño retraso consensual con que se convoca a cualquier actividad en Montevideo, los últimos lugares libres del recinto universitario comenzaban a ser cubiertos por un público homogéneo en su filiación profesional (psicólogos y psiquiatras y estudiantes) aunque heterogéneo en edades. Una joven pareja de la Generación Y (¿qué viene luego de la X?) reordena sus libros en una mochila en la que Fritjof Capra y Paulo Coelho se apretujan junto al mate y el termo.
-¿A quién venimos a ver?
- Digamos que se trata de un Fritz Perls latino, sin barba, con mejor pluma, y sin tanta ambición de poder- sentencia el muchacho con la satisfacción del que se anota mil puntos en un Quiz Show televisivo. La comparación es ilustrativa. Al igual que el fundador de la Terapia Gestáltica, Rodrigué fue siempre un intelectual voraz e indisciplinado, un experimentador bulímico, devorador de novedades. Ambos pasaron por un estadio de templanza y ortodoxia ganándose el reconocimiento de las instituciones psiquiátricas y psicoanalítica al que luego renuncian para dedicarse a tirar flores en lo engranajes del sistema.
Perls pasó de ser "Herr Professor" de traje oscuro, capa, y boina en Europa y Africa del Sur de los años 40` para pasar dos décadas después a ser reconocido como un sabio con aspecto de hippie tardío que experimentaba con el vino, las drogas y el sexo mientras instalaba su cuartel general en el Instituto Esalen, la Meca alternativa donde surgió la ideología Nueva Era, allá sobre el Pacífico, entre San Francisco y Los Angeles. Lugar en el que Rodrigué aprendió técnicas de masaje bioenergético, meditación, y otras estrategias clínicas que luego ensayó en diversos laboratorios de Europa
Tenía razón el muchacho, Perls y Rodrigué se parecen en más de un sentido. Ambos terminaron modelando una leyenda de sus vidas cimentada en una fama de intelectuales heterodoxos con algo de gurú, de Papá Noel, y de Príapo.
Una salvedad, Rodrigué nunca se empeñó en fundar escuela.
De acuerdo con los comentarios que podían escucharse no toda la concurrencia parecía estar tan informada del pasado reciente sobre el ilustre visitante. Formando líneas de cuatro varias psicoterapeutas fijadas en la etapa oral de las discusiones kleinianas (probables ex-alumnas del Rodrigué de antaño) intentaban armar el puzzle biográfico profesional mínimo del homenajeado. Quizás el viejo lobo de diván trajese algún nuevo hisopo teórico que mejorase la escucha analítica de la comunidad psi montevideana.
Se hace un silencio. Enfundado en un jogging y con una campera beige, avanza desde el fondo Rodrigué con paso lento y aire despistado, escaneando el recinto con pinta de entrenador de box veterano. "¿Qué se les dio ahora conmigo?" preguntó en algún momento de su estadía en Montevideo asombrado del interés que concitaba.
Ya en el escenario Rodrigué es presentado por la Psic. Silvana Hernández, representante de la Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo (FLAPAG) y por el Lic. Victor Giorgi, Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, las dos instituciones organizadoras del acto.
Hernández contextuó la obra de Rodrigué justificando la importancia del invitado, terapéuta con más de 100.000 horas de ejercicio clínico. A continuación Victor Giorgi lo señaló acertadamente como un explorador nato de los más diversos territorios del conocimiento y del lado intenso de la vida. "Emilio nunca fue un conquistador, como sí lo fue Pichon-Riviére, es decir alguien que demarca un territorio y planta bandera en él. Emilio ha sido siempre un explorador."
Por último, el psicoanalista Daniel Gil se permitió leer un mail reciente, muy divertido en el que su amigo Emilio se explaya sobre sus nuevos hábitos como novel internauta con cibernovias en Islandia y con aspiraciones de convertirse en un Walt Disney telemático de la tercera edad.
Con una voz algo cascada y una pesima dicción entorpecida quizás por un resfrío, Rodrigué comenzó a leer un largo raconto errático de su vida, la materia prima que alimenta El libro de las separaciones. "En realidad, mi viejo fue más abuelo que papá, porque estaba mi hermano Jack en ese lugar. Cuando tenía seis años y ya me vestía solo, mi hermano mayor me contaba cuentos a la hora de la cena de los niños, en el espacio noble de las telenovelas..."
"Ya de jóven redescubrí a mi padre. Mi viejo que era un admirador de Freud, había leído lo más importante del Sabio de Viena. Me pasaba los libros y los jueves me explicaba lo que yo no entendía. Luego me pasó La mujer frígida de Stekel y ese libro me fascinó; fue, lo confieso, mi puerta de entrada al psicoanálisis. Stekel contaba historias sexuales increíbles. Recuerdo una sobre una pobre mujer con incontinencia de orina que olía a pis y los hombres no se le acercaban hasta que tropezó con alguien que tenía una fijación uretral y que adoraba el aroma de su novia; fueron felices, en una eterna luna de miel y de amoníaco. Steckel era una gran mentiroso pero, cuando muchos años después lo estudié para mi biografía de Freud, me dí cuenta de que tenía gran talento. De la vieja guardia, sólo Jung le mata el punto..."
El ejercicio de hipnosis colectiva se había consumado.

En consulta

Recién terminaba de almorzar, una débil disnea al hablar revelaba un cierto grado de fatiga. Pocos días para una agenda apretada que incluía seminarios, charlas y entrevistas.
En persona Rodrigué irradia una sobria simpatía a lo Walter Matheau aunque él prefiere identificarse más con Vinicius de Moraes, quizás por lo de poeta, amante de la música y la buena vida; las huellas de un ADN patricio y francófilo. El entorno no podía ser más adecuado, un consultorio psicológico con diván y todo. Quizás por eso Emilio parecía sentirse como en casa.
Empecemos por la parte histórica, ¿qué recuerda de Melanie Klein?
Conservo varias imágenes. Una de ellas - que transcribo en El libro de las separaciones - tiene que ver con la primera vez que fui a su consultorio a supervisar un caso y antes de que ella apareciera vi su retrato. Era de una belleza cinematográfica. Yo la conocí de más de 60 años y era todavía muy linda y coqueta, cabello canoso con reflejos azulados. También era una mujer muy autoritaria y difícil. Tenía una peculiaridad, si uno despertaba su interés ella podía volverse una fuente de orientación e inspiración pero si uno no entraba en sintonía era como si su mirada se apagase, ella se distraía y viajaba lejos sin prestarte la más mínima atención.
Junto con Pichon Rivière una de las pocas personas decididamente geniales que yo conocí. Tal vez podría incluir a Winnicott en ese grupo, pero no estoy tan seguro...
¿Cómo era Donald Winnicott?
Winnicott también supervisaba con Klein. Sin embargo, en el histórico enfrentamiento entre Klein y Anna Freud él se ubicaba en el medio. Era también un hombre muy talentoso y simpático.
Provenía de una familia rica y había estudiado en Cambridge. En principio se dedicó a la pediatra y de allí derivó hacia el psicoanálisis de niños.
Hay una anécdota imborrable para mí. Era la primera reunión científica de la British Psychoanalytical Society a la que yo concurría. Hilde Abraham, hija de la Carl, iba a presentar un trabajo y estaban todos los personajes importantes de la época: Ernst Jones, Bion, todos. Desde el fondo se acerca un hombre muy agradable, me pregunta el nombre, me da la mano y se presenta: "Encantado, soy Winnicott". De más está decir que esa era una actitud poco frecuente. Yo era un hombre joven y tímido, recién llegado a Londres y ese gesto me conmovió. Era uno de esos ingleses muy amables. Había algo muy maternal en él.
¿Cómo fue su experiencia en la Clínica Tavistock de Londres?
Bueno, en la Tavistock se despertó mi interés por los trabajos con grupos y Bion fue el gran responsable. De hecho, tuve la suerte de ser observador de uno de sus grupos.
Cuando lo veía no podía dejar de pensar de esos detectives popularizados por las novelas o el cine. Una mezcla de Nero Wolf y Hercules Poirot. Era un hombre grande, de aspecto imponente, que había sido comandante de tanques en la guerra, muy parco, que hablaba poco y cuando lo hacía siempre en tono serio.
Recién Ud. mencionaba a Pichon Riviére como uno de los genios que tuvo oportunidad de tratar.¿Por que la psicología social de Pichon no ha ganado a nivel internacional un estatus similar al de otras corrientes anglosajonas o francesas?
No sé, si es tan así. El pensamiento de Pichon Rivière está presente no sólo en el Río de la Plata. En Salvador y en otros lugares de Brasil hay escuelas o grupos de estudio que siguen enseñando y difundiendo su obra. También en varios países de Latinoamérica tiene algún nivel de representación. En Europa es distinto...es mucho más difícil, pese a que en su momento fue recibido por Lacan con todos los honores.
Tiempo atrás viajé a Inglaterra y aproveché a visitar a Hannah Segal, una prestigiosa psicoanalista con un peso histórico en el movimiento internacional. La invité a un Congreso en Brasil y a la presentación de la biografía de Freud que estaba por publicar. Entonces Hanna pregunta quien más iba a concurrir y le dije que también había invitado a Elisabeth Roudinesco. "Ah! la hija de Ionesco" comenta como intentando adivinar de quien se trataba. No la conocía.
Eso demuestra que en cuestiones académicas los europeos en general adolecen de un provincionalismo atroz. No se molestan en saber que es lo que sucede al otro lado del canal de la Mancha
¿Cómo y por qué se da la ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1971 y la fundación del grupo Plataforma?
Los padres de la patota fueron Armando Bauleo y Hernán Kesselman y la idea germinó en un congreso que hubo en Roma en 1968 poco tiempo después del Mayo Francés. En ese entorno se da una suerte de para-congreso con una serie de analistas jóvenes europeos, principalmente italianos y suizos, que cuestionaban duramente a la Asociación Internacional de Psicoanálisis. De vuelta en la Argentina se dan una serie de reuniones que convocaron a una buena cantidad de psicoanalistas de diferente peso específico y que terminaron cristalizando en algo inédito, la renuncia de treinta y cuatro miembros que renuncian a la institución por razones ideológicas haciendo pública sus razones.
Hasta entonces se habían dado unas pocas disidencias o expulsiones que se pueden contar con los dedos de la mano como las de Adler, Jung, Stekel, Reich o Lacan. Nunca se había dado una renuncia en masa. Actitud que luego fue seguida por Documento, otro grupo disidente liderado por Fernando Ulloa que elevó a cincuenta el número de renunciantes.
Creo que nuestra crítica apuntaba más a la burocracia jerárquica del psicoanálisis que a la práctica teórica. Plataforma rompió con la hegemonía psicoanalítica y posibilitó la existencia del psicoanálisis fuera de la IPA. Existencia posible que luego fue capitalizada por Lacan y los lacanianos.
Por algunas cosas que Ud. ha escrito su visita al Instituto Esalen en California lo influyó en gran medida.
Sí, si algún día quisiera volver a tomarme unas vacaciones totales volvería a Esalen. Se come muy bien, hay una temperatura promedial muy buena, todo el mundo anda desnudo sin inhibiciones, hay unas termas estupendas, y todo el tiempo hay una gran variedad de laboratorios con técnicas expresivas y corporales de las cuales es posible aprender.
Cuando estuve una de las cosas que más me sorprendió es una investigación que estaban desarrollando sobre la comunicación con delfines. Un proyecto interesantísimo del cual no he vuelto a tener noticias.
¿Qué queda del psicoanálisis al cual muchos le han firmado el acta de defunción varias veces?
Queda un legado importante. No olvidemos que el psicoanálisis cambió la forma de entender el mundo y las relaciones sociales. Tuvo un impacto cultural tremendo, transformó nuestra cosmovisión a nivel global, fundamentalmente en Occidente. En algún momento yo he usado la siguiente imagen. Es como si el planeta entero se levantase del diván diciendo: "Muchas gracias Doctor por los servicios prestados" y se fuese dándole la espalda.
Actualmente se plantea el problema de la supervivencia teórica del mismo dado que está en crisis. Pero debemos tener presente que ha estado en crisis muchas veces. En 1920 el propio Freud tenía sólo dos pacientes. Lo que sí ha terminado es la función del psicoanalista clásico. Hay que inventar un nuevo psicoanálisis.
¿Por qué eligió Brasil para su exilio?
Yo no elegí Brasil, elegí Bahía. Suena frívolo pero un factor clave fue el clima. Tiene un clima estupendo con lindas playas. Es una ciudad importante pero no demasiado grande, con una mayoría de personas de raza negra, encantadoras, con una idiosincrasia que me resulta muy amigable, con la que sintonizo bien. Hoy en día ya no podría volver a vivir a Buenos Aires.


Disparos

La prosa de Rodrigué se caracteriza por una ironía caústica y por las descripciones rápidas que sugieren mucho más de lo que dicen pero que en pocos trazos consiguen delinear una imagen certera de la persona o el lugar retratado. Otra peculiaridad es que la andanada no cesa y la metralla verbal agujerea con deleite todo lo que nombra. Aquí van algunos botones de muestra.

Anna Freud: Anna fue una criatura medio arisca, medio angelical, que sufría del complejo de patito feo. Los celos fueron su cruz. Su hermana Sophie era la favorita de la madre y probablemente también del padre. Sólo dos años y ocho meses mayor que Anna, Sophie tenía una "cintura de avispa" y el par de piernas que Freud adivinó en la Gradiva. Anna sufría con sus piernas gruesas y pronto pasó a usar polleras largas. Ante esa competencia desigual, el período más difícil llegó en la adolescencia. Años de ricas fantasías de Cenicienta frustrada. Fantasías que su rival Melanie Klein, luego describiría vívidamente."

Melanie Klein: Recuerdo que el primer día de supervisión la empleada me hizo pasar al consultorio, un cuarto grande en forma de T. Melanie Klein analizaba en la barra larga de la T y supervisaba en la corta. Yo era dos grandes pequeños ojos, supervisando el recinto de mi supervisora. La pared ubicada junto al escritorio tenía una foto del perfil de una mujer fantásticamente bella: Melanie Klein de joven. Encima de esa foto, el retrato sepia oscuro de una elegante señora con cara de domadora de caimanes: era Libusa, su madre (quien, en su época tuvo una tienda de plantas y animales exóticos).

Félix Guattari: Guattari era un talentoso enfant terrible europeo, típicamente francés, que se mantenía juvenil al frisar los sesenta. Pero al mismo tiempo no cuidaba su cuerpo, se alimentaba mal, fumando y bebiendo a voluntad. Dormía con medias, no sé como Lourdes lo descubrió...Pinta de Dorian Gray un poco agrietado.

Louis Althusser: Althusser, en primer lugar, ejercía su terrorismo ideológico; el circunvalaba el mundo con un práctica teórica que era cosa de pasmo, entonces vos, que sólo fuiste a la Facultad de Medicina, te quedás pagando. Althusser era un déspota que te decía que nadie sabe leer, excepto Marx y tal vez Spinoza que hizo ciertos progresos con "Mi mamá me ama" y otros textos simples

Brasilia: Fantástica ciudad, Brasilia. Arquitectada por Flash Gordon, en el mejor estilo de la ciencia ficción de los años 60. Ciudad de un futuro obsoleto. Días congelados haciendo antesala en estupendos ministerios de mármol. Un mundo kafkiano, supereficiente.

Candomblé: Joseph Breuer, mi abuelo psicoanalítico decía: "Todo es posible, hasta Dios". Concuerdo con ese boletín metafísico: dar crédito pero no creer.
Doy crédito al candomblé mas no creo. De haber un Dios coloco mis fichas en Shangô.

Diferencias políticas 1:Comprobé una vez más el hecho curioso de que la izquierda se pelea más con la izquierda que con la derecha; que el peor enemigo de Freud fue Jung y no el vetusto Kraepelin; que un lacaniano odia más a un lacaniano que a un kleiniano del otro lado de la Mancha. La cosa queda aun más fea en asuntos religiosos ya que católicos, protestantes y judíos derramaron sangre en Occidente abrazando la misma Biblia y que arcángel Gabriel odia más al arcángel Rafael que al mismísimo Lucifer. Ni Freud ni Marx explican el fenómeno, tal vez Sadam Hussein pueda ilustrarnos.

Diferencias políticas 2 (Con Mary Langer): A Mimí le interesa mantener un espacio privado, propicio para la acción política. Un líder no puede ser intimista. Ella renuncia a lo subjetivo por una causa social. Lo contrario se da en mi caso, en la búsqueda de mi verdad puedo renunciar a un compromiso político. Yo le doy prioridad a la verdad; Mimí a la justicia. Para Mimí el inconsciente tiene política; para mí la política tiene inconsciente. Gritante diferencia.

Amor: Con la emergencia del amor total, la felicidad se adueña del cuerpo que toma la consistencia de espantapájaros. Un cuerpo relleno de paja, de la buena paja y trapo viejo, sin una gota de tensión, ni siquiera para asustar a ruiseñores; entonces el tintineo de las cucharas repica como trineo en campos nevados y sos feliz.

Jubilación: La jubilación como un estado civil: soltero, casado, divorciado, viudo, jubilado. Entrar jubilosamente en una edad en que mal que bien, bien que mal, se ha cumplido con Dios, con el hombre y con el diablo. El árbol, la manzana comida, el hijo, el libro.
Para el sabio hay que ser huérfano de padres y huérfano de hijos. Por eso hay tan pocas mujeres sabias (aunque fue Mimí quien me mostró el camino); es difícil para una mujer jubilarse de su maternidad. La jubilación presupone una ruptura con los hijos bocas que tienen que ser llenadas, con los hijos esfínteres que tienen que ser controlados, con los hijos ciudadanos que tienen que ser alfabetizados, descocainados y así sucesivamente. "Nada más parecido a un amo que un hijo", me confió cierta vez Selva Acuña. Sí, hay que ser huérfano a dos puntas. Has cumplido el contrato y sos libre, libre para delirar.



EL LIBRO DE LAS SEPARACIONES de Emilio Rodrigué, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

En un sentido estricto se trata de una autobiografía ("obviamente inconclusa" suele bromear su autor) que cubre desde su temprana infancia en los años 20´ hasta la actualidad. Una historia fulgurante anudada en torno a los abandonos y las pérdidas que el autor sufrió. No obstante, su particular entretejido de anécdotas y pensamientos lo convierten en un libro múltiple que incluye reflexiones filosóficas sobre la vida, apuntes técnicos sobre el ejercicio de la clínica psicológica, crónicas épocales y apuntes muy divertidos, propios de una antropología algo silvestre.
Para un lector vinculado al mundo psi (psicología, psiquiatría, psicopedagogía, etc) configura un material imprescindible dado que el periplo vital y profesional de Rodrigué, enhebra la cuentas del rosario de la gran "religión laica" que ha conquistado el planeta. De alguna manera, la psicología se las ha ingeniado para polinizar los más recónditos lugares de la cultura contemporánea, aportándole nuevos sentidos a la vida social y familiar, explicando las alegrías y las discusiones en pantuflas, orientando tanto las prácticas educativas como la ansiedad del marketing.
Durante siglos las religiones prescribieron como cuidar de uno mismo y como tratar a los demás. Desde hace unas décadas la psicología a tomado el relevo en esas funciones. Curiosa disciplina de límites difusos e imprecisos contenidos.
Emilio Rodrigué ha vivido desde dentro la mayor parte de las transformaciones teóricas y técnicas de la psicología contemporánea y en particular las que tienen que ver con la clínica. Desde la fiebre psicológica de las primeras décadas del siglo, en que el mundo comenzó a poblarse de consultorios, laboratorios, y divanes, hasta las más recientes operaciones de sentido, con terapeutas de la Nueva Era que escriben manuales de autoayuda, encienden sahumerios, y propician catarsis sobre los almohadones del vacío existencial.
Rodrigué no se guarda nada en su strip-tease rememorativo ofreciendo en crudo tanto la materia prima de sus prácticas terapéuticas como sus dudas y humanas mezquindades. Honestidad brutal, diría el cantante Andrés Calamaro. Ahí están las pólaroids de sus maestros, la vitalidad de las mujeres que amó y que en ocasiones engañó, y también los sucesos políticos que propiciaron cada hecho.
Los que ya conocen su obra previa (El antiyoyó; Ondina, Supertramp; Gigante por su propia naturaleza, entre otros) saben de que se trata. Sólo que esta vez el viejo tigre muestra más manchas.
Como telón de fondo de cada anécdota están los flecos y lentejuelas de cada época; el ascenso y caída de Perón, la reconstrucción europea en la posguerra, los actuales flujos de capital embelleciendo el Primer Mundo, y hasta una solución personal de vida encontrada en uno de los rincones más hermosos del mundo: Bahía.
Diseminadas a lo largo de un relato apasionante que no da tregua, es posible encontrar pistas de algunos comportamientos urbanos contemporáneos, y un retrato agnóstico del candomblé, redactado por alguien que a una edad avanzada opta por casarse en un terreiro. Curioso devenir de un escritor que inicialmente se apasiona por las disecciones psicoanalíticas del comportamiento humano y que termina interrogándose sobre los desplazamientos sibilinos de las serpientes en los templos de la religión Yoruba.




BIBILIOGRAFIA de Emilio Rodrigué


- Psicoterapia del grupo- Rodrigué,E., Langer,M. Grinberg,L. Ed. Paidós.

- El grupo psicológico. Rodrigué,E.,Langer,M.,Grinberg.L. Ed. Nova.

- Psicoanálisis en las Américas. Rodrigué,E., Langer,M., Grinberg,L. Ed Paidós

- Biografía de una Comunidad Terapéutica. Rodrigué,E. Ed. Eudeba.

- El paciente de las 50.000 horas. Rodrigué,E. Ed. Fundamentos

- El anti yo-yo. Rodrigué, E.- Berlín, M. Ed. Fundamentos.

- La lección de Ondina. Rodrigué,E. Ed. Fundamentos

- Un sueño de fin de análisis. Rodrigué, E. Ed. Nueva Visión

- Heroína. Rodrigué, E. Ed. Sudamericana.

- Ondina, Supertramp. Rodrigué, E. Ed. Sudamericana

- Gigante por su propia naturaleza. Rodrigué, E. Ed. Sudamericana.

- Sigmund Freud. El Siglo del Psicoanálisis. Rodrigué, E. Ed. Sudamericana.

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